«_ Si existe un plan en el universo…
si hay un patrón que rige la vida…
no cabe duda de que podría descubrirse,
misteriosamente oculto, en esas vidas dejadas de golpe.
_ O bien vivimos por accidente…
y morimos por accidente.
_ O bien vivimos según un plan…
y morimos según ese plan.»
Thornton Wilder “El puente de San Luis Rey”
Las canonizaciones:
El domingo 27 de Abril fueron santificados en San Pedro (Roma) los difuntos papas Juan XXIII y Juan Pablo II. La ceremonia, del todo particular, contó con la presencia conjunta de los actuales pontífices Francisco I y Benedicto XVI. El periodismo en todas sus formas y con toda su potencia, transformó el acto litúrgico en un acontecimiento mediático internacional espectacular y casi sin precedentes. Obviamente no se hizo mención de las características a dir poco infrecuentes del episodio que comprometió dos papas vivos y dos muertos en un juego de simetrías que soslayamos. Tampoco nos ocuparemos de las oposiciones a la canonización del polaco Wojtyla, acusado de encubrir el escándalo de la pedo-filia, de utilizar el Banco Ambrosiano y el Instituto de Obras Religiosas (I.O.R.) para blanquear dinero mafioso utilizado en su cruzada anti-comunista; de sus posiciones retrógradas referidas al sida, al aborto o a los gays, de su simpatía con dictadores como Pinochet, ni del uso ostensiblemente político de la religión. Si, en cambio, nos ocuparemos de la crónica de la absurda tragedia que precedió su canonización y cuyo conocimiento se mantuvo circunscripto a un ámbito muy restringido quizás para no provocar asociaciones equívocas.
La crónica:
Cevo es un municipio italiano de casi mil habitantes situado en los Alpes, al norte de la ciudad de Brescia. En las inmediaciones del pueblo y curvada sobre el valle se ubica la llamada “Cruz del Papa” consagrada en 2005 a Karol Wojtyla, que acostumbraba veranear en la zona. El jueves 24 de abril, en las vísperas de su santificación, un grupo de jóvenes creyentes conducidos por el párroco de Lovere, un pueblito cercano, se dirigió al lugar donde esta emplazada la cruz para realizar una excursión y almorzar ahí mismo.
Después de comer y mientras algunos jugaban en las inmediaciones, los que reposaban bajo la cruz sintieron un rechinar y un crujido. Los mas veloces alcanzaron a alejarse, pero no lo hizo a tiempo un muchacho de 21 años que rengueaba, y que probablemente por ello, la cruz con el cristo de unos 600 kg le cayó encima provocando su muerte.
Extraños designios del azar, y todavía,como si la serie de inquietantes coincidencias no bastase, el joven fallecido vivía en la calle Juan XXIII.
Muchas interpretaciones se pueden extraer de tamaño evento. Cualquiera puede ver el caso “jugando a dados” provocando blasfemas coincidencias. Otros, sin tirar en baile ni Dios ni el destino, pueden atribuir a la incuria humana las terrenas tragedias. Alguno hasta podría leer un mensaje sobrenatural en semejantes coincidencias.
Pero en conclusión nada es mas elocuente que la nota producida por los mismos compañeros del joven infortunado y que rezaba: “La cruz que probablemente querías ver majestuosa coronando el valle, nos ha reservado una amarga sorpresa. Todos nosotros hemos quedado destruidos delante al misterio de lo acaecido. Buscamos, con la fuerza de la razón una respuesta, pero la respuesta no existe. Existe solo la certeza que una joven vida ha sido destruida junto con sus sueños y con nuestros sueños , rotos como la cruz. Solo nos queda tanto, tantísimo dolor.”
Los padres del joven y la comunidad esperaban en una palabra de aliento de la máxima autoridad de la iglesia; pero esa palabra nunca fue pronunciada, quizás para que semejante coincidencia de azarosos infortunios no mancillara con oscuros presagios el espectáculo de las canonizaciones.-
El unico modo 